Entrevista a
Para comentarnos como ve ella el panorama empresarial y social ante esta situación extraordinaria que vivimos del confinamiento por COVID19, tenemos con nosotras a LOLA RODRÍGUEZ, empresaria desde 1980 que nos expondrá, a su criterio, cuáles son los problemas actuales, con qué otros nos enfrentaremos cuando concluya el encierro y, en definitiva, cuáles son sus inquietudes ante este problema desconocido para todos y que nos afecta, también a todos, en mayor o menor medida.
-¿Cómo has vivido estas semanas de confinamiento sin prácticamente actividad empresarial alguna?
-Debo reconocer que me está sorprendiendo mucho comprobar lo poco que se necesita para vivir y lo mucho que se echan de menos las pequeñas cosas. Dar un buen paseo, por ejemplo. Yo particularmente, que lo estoy pasando sola, creo que está siendo un extraordinario momento para reencontrarme otra vez conmigo misma, saber lo que quiero hacer y donde me gustaría ir. Y, más importante que nada, qué cosas van contra la mujer que soy ahora y que, por tanto, no debo hacer.
-¿Te está resultando positivo en algún aspecto?
-En términos generales creo que saldré bastante reforzada del confinamiento. Debo reconocer que el parón me está sentando bien, pues me ha hecho comprender mi propia realidad desde otras perspectivas.
-¿Cuáles han sido tus inquietudes y preocupaciones durante estas semanas?
-Antes que nada, la salud. La mía, la de mis hijos y la de todos. Me ha hecho comprender que un estornudo en China puede llegar aquí en forma de tsunami. Si valoro la vida del ser humano en general estaré poniendo en valor la mía propia. Todos estamos conectados con todo. No valoramos suficientemente el medio ambiente, no comprendemos bien la globalización y sus repercusiones en nuestra vida. Todo ello acarreará muy duras consecuencias en las generaciones futuras. Deberíamos valorar lo que tenemos y disfrutarlo con responsabilidad y buen criterio. En ese sentido a mí me ha hecho reflexionar sobre lo fácil que es vivir, y lo mucho que podemos llegar a complicarlo todo.
-¿Y en el ámbito empresarial? ¿Qué te preocupa?
-A nivel empresarial está siendo sangrante. Pero si somos sinceros, en muchos sectores ya lo era antes del virus. Creo que las empresas deberían estar detrás de lo que es la propia persona. Nuestros negocios deberían ser una parte de nuestra vida. Pero nunca la parte principal. Deberíamos reconsiderar esto, pues muchos empresarios viven para su empresa, cuando debería ser al revés, sería la empresa la que debería estar al servicio del empresario. Esta reflexión no es solo por el coronavirus, ya llevamos años que los empresarios gestionamos nuestra vida en torno a las necesidades de las empresas. Considero que es un error. Diríamos en Asturias que eso es “ir delante el carro y detrás las vacas”. Un dicho antiguo que ahora viene muy a cuento. Nos falta capacidad de autogestión. Vivimos a golpe de noticia, hemos hecho de la vida política el centro de atención de nuestras vidas y con todo esto nos hemos olvidado de vivir. Hemos decidido que nuestra empresa irá bien o mal en función al comentario de este político o el otro, a que el gobierno se forme o no ser forme, al último escándalo, a lo que pase en la otra parte del mundo… Todo esto nos hace vulnerables. Hemos perdido capacidad de acción y con ello estamos perdiendo nuestra propia gestión empresarial, por tanto, la brújula y el horizonte. Las empresas se gestan con ilusiones y sueños. Si perdemos esto, pasará de ser una ilusión a ser un lastre. Entonces es cuando estaremos permitiendo que delante vaya el carro.
-¿Cómo crees que será el comenzar de nuevo tras el parón? ¿Crees que la sociedad cambiará en algo?
-Sospecho que el empezar será lento, y, por tanto, a nivel económico doloroso. Aunque sinceramente considero que debe ser así. Una apertura desordenada podría ser un paso atrás irreparable. Pero hay que tener en cuenta que la sociedad tiene gran capacidad de adaptación. Y en este sentido todo se reabsorberá de nuevo y la vida continuará. Las nuevas normativas en materia de sanidad se implantarán en la sociedad y la vida se organizará conforme a las nuevas circunstancias. El mayor cambio será empresarial. La tecnología se abrirá paso pisando fuerte y nuestras empresas se adaptarán a ello, en este sentido las que no sean capaces se quedarán en el camino. Esto no es una novedad. El ámbito empresarial está siempre en constante cambio, adaptarse no suele gustarnos, pero es necesario, porque en las empresas no se debe caminar con el paso cambiado.
-¿Hacia dónde crees que debería dirigirse el ámbito empresarial asturiano tras el COVID19?
-Hablar del ámbito empresarial asturiano es tener una idea excesivamente optimista de nuestra situación actual. En Asturias, el tejido empresarial es escaso. Las grandes empresas estables probablemente se puedan contar con los dedos de una mano. Además, tenemos algunas PYMES y MICROPYMES, y una mayoría abrumadora de autónomos con una categoría de empresa que no deberían tener. Pero en esto, poco tiene que ver el coronavirus. Esta situación se acarrea desde muchos años atrás. A mi criterio, hay cierta falta de implicación por parte de todos los empresarios, entre los cuales, por supuesto me incluyo, que nos está llevando a esta situación límite. Nuestra responsabilidad no se queda simplemente en el voto a este u otro partido y ya llegará alguien que arregle el mundo. Nos falta capacidad de lucha, y mucha más acción para exigir a los gobernantes una gestión acorde a los intereses de la mayoría. En este sentido hay demasiada dependencia política, algún que otro ego y una cierta dosis de egoísmo. Luchar por la colectividad es garantizarse el éxito personal. Todos juntos unidos, marcando un horizonte que nunca debimos perder. COMPARTIR Y NO COMPETIR, una lucha todos juntos, ese debería ser el lema que vuelva a ponernos de nuevo en el mundo tanto a nivel de empresa como a nivel social.
-Algo más que quieras comentarnos…
-Lo caro no es vivir. Vivir, de hecho, es sumamente barato. Lo verdaderamente caro son las responsabilidades innecesarias, es pensar que necesitamos lo que no nos hace falta. Basta con aligerar una mochila que cada vez cargamos más. En momentos como el que estamos viviendo, confinados sin casi poder pisar la calle, nuestra mayor preocupación, además por supuesto de la salud, debería ser nuestra libertad, la que teníamos antes, la que nos permitía abrazar, pasear, reírnos y hasta toser sin miedo ninguno, eso que llamábamos libertad, con tantos pequeños detalles, y que ahora hemos perdido. Sin embargo, seguimos anteponiendo la economía a todo lo demás. Para poder vivir tenemos que soltar lastre y para eso lo primero es poner en valor lo que tenemos, lo más puro de nosotros, nuestra esencia. La vida como principal objetivo y la empresa como vehículo para cumplir nuestros sueños.
Muchisimas gracias por tu colaboración LOLA
Esperamos poder seguir contando contigo y deleitándonos con tus reflexiones